viernes, 7 de agosto de 2009

Amigos.




Soy quien ha reunido palabras amables, traídas de rincones hasta ahora vírgenes de mi memoria, con la intención de llenar tus silencios, ocupar el espacio en el que vives y acompañarte en la soledad en la que te gusta estar. Soy, sencillamente, quien sale a la calle para verte pasar, para ver cómo madura tu cuerpo mientras la vida sólo es eso que transcurre a tu alrededor: un ruido de bocinas, una algarabía de niños hacia los colegios, obreros que fuman o algún escaparate triste de mercerías antiguas supervivientes entre los comercios nuevos de la ciudad. Salgo a la calle cuando pasas pretextando alguna excusa para que, al darte los buenos días, no notes que busco el final de tu mirada sobre las cosas del mundo, sobre los hilos sueltos de los sueños que hayas tenido, sobre los malos momentos, los recuerdos de tu infancia y el futuro del que siempre prefieres no hablar. Soy quien te tiene como razón suficiente de su existencia, quien justifica cada uno de sus pasos en el mundo porque todos buscan la cercanía de tus manos, el estudio de tus gestos, en los que imagino la pereza con la cual te levantas de la cama, el primer vistazo, ora ingrato, ora conciliador, al espejo madrugador del cuarto de baño, la mañana que despierta y tú que sales a la calle ignorando que soy yo quien te ve pasar, quien se siente ridículo con estos vuelcos del alma más propio de adolescentes que acordes con mi edad. Sí, soy yo.
Quien piensa en ti y desea tocarte, que tu cuerpo desnudo y blanco ilumine la oscuridad de mi habitación, que te arropes bajo mis mantas y quieras también mis caricias, los besos pequeños y redondos con los que mis labios frágiles reciben tu piel sobre la mía, tu entrega en lo que vamos renegando, hasta el olvido, de toda la educación que hayamos recibido, en lo que vamos haciendo de la renuncia la estrategia principal donde sustentar nuestro poder. Soy quien quiere ser, si me permites el juego. Y soy, por cierto, quien quiere jugar contigo, que el juego nos oculte o nos separe para buscarnos, encontrarnos, reír mientras nos tocamos y reconocemos, en lo que perdemos la consciencia del tiempo que, consensuado, impersonal, continúa su paso inmaculado y seguro por los calendarios colgados. Jugar y dar la espalda a quienes hacen trampa marcando naipes o trucando dados, a los rostros pálidos y taimados que no mantienen sus manos sobre la mesa, a quienes identifican perder con morir ignorando que, tanto la pérdida como la muerte, no son sino sustantivos que llegan tras conjugar mal un par de verbos.
Jugar como niños que inventan las reglas sobre la marcha y conjugar verbos como si los estuviéramos aprendiendo. Quizá sólo necesitemos eso. De hecho, no sé si puedo ofrecerte algo más. Bueno, sí, algo más sí que hay: puedo ser quien se siente a tu lado y te escuche, quien anude los minutos que vayan pasando para evitar que se transformen en horas muertas y desocupadas, quien tenga sueños inocentes e inútiles para, tras haber sido héroe que te ha conquistado, contártelos en la mañana reciente, entre las sábanas que amanecen como selva explorada, en el desayuno compartido y la ducha que tiene que ser rápida, que se hace tarde para ir a trabajar. Y, así, ir tejiendo la vida alejándonos de Penélope, que ya sé que no es un ejemplo de mujer que te guste, que aún recuerdo cómo me reí cuando me dijiste que perdió la oportunidad de tener varios amantes y disfrutar, o un novio en condiciones, no como ese Ulises empeñado en pasar a la Historia, más preocupado por los caprichos omnipotentes de los dioses que por las locuras que, como líneas secantes, tocan cualquier historia de amor. Valiente imbécil.
¿Y más? ¿Puedo darte más? No lo sé, no sé con seguridad si el amor es ofrecer lo que uno es o saber, y querer, recoger lo que a uno le dan. De lo poco, quizá lo único, de lo que presumo con orgullo en la vida es de no tener conocimiento seguro alguno sobre cualquier materia o disciplina. Me va bien con mis dudas y mis cambios de opinión, soy hombre de principios lo suficientemente asentados como para que no me cueste mucho sudor moverlos llegado el momento. Me parecen muy aburridos esos tipos de principios incrustados en basamentos, que construyen su vida sobre pilares a prueba de bombas y contratiempos. Yo soy maleable sin pudor, pongo mucho empeño en no hacer caso a quienes me aconsejan que asiente la cabeza, que ya no tengo edad para beber o saltar, para irme de farra con esos amigos, buenos y desencantados, con los que navego en el oleaje inquietante y seductor de la madrugada. Pero ellos me hablan bien de ti, quieren que nos acompañes, ¿cómo los voy a abandonar? Si piensas ahora que esta falta de seguridad puede afectar al amor que te declaro, he de decirte que tienes razón. No vengo a prometerte amor eterno, digamos que no es mi estilo, no me gusta mentir. Sé que te quiero desde hace muchos años y que te quiero hoy, pero si tengo que hablar de mañana, del futuro venidero, me vuelvo socrático y, entonces, sólo sé dos cosas: que no sé nada y que, junto a la sangre que corre por mis venas, también lo hace el deseo y la esperanza de llegar hasta el final con tu mano sobre mi pecho.
Soy, finalmente, quien aún no sabes quién soy, que hasta ahora no te lo dije a pesar de todo lo que hemos compartido, de nuestra vieja amistad y de todo aquello en lo que nos tocó estar juntos. Por qué hoy y no mañana o ayer es una cuestión que no sabría responder o que, a decir verdad, no me importa. Lo cierto es que cogí papel y lápiz y comencé a escribir en lo que llegaba la hora de ir a tu casa, que ya sé que habíamos quedado para ir al cine, que todo esto te coge de sorpresa. Ya, ya lo sé. Evita, por favor, esas zonas muertas del idioma porque vengo de ellas, las conozco tan bien como la profundidad de tus ojos, como tu olor de mujer sabia, como si no te quedaran secretos que me pudieras desvelar, como si te hubiera mirado para dibujar cada uno de tus movimientos.
En cualquier caso, si me pides una respuesta, sólo puedo decirte que hoy soy quien tuvo el valor de escribir esta carta y no romperla como en otras ocasiones, guardarla en el bolsillo de su chaqueta, subir al coche y llegar hasta tu casa, llamar a la puerta y pasar al salón en lo que terminas de peinarte. Soy quien te la da al mismo tiempo que coges el bolso diciendo que vamos un poco tarde, quien saca fuerzas de donde no sabe si las tiene para permanecer de pie ante ti sin mover un solo músculo, esperando impaciente, como si tuviera que sostener todo el peso del mundo cayendo en aplomo sobre su alma, que levantes la cara después de leer el final y descubrir, al fin, que soy quien está enamorado de ti.

18 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Ole y ole.

Amigo/enamorado/feliz

Que más puedes pedir?

BEsos

Susana Peiró dijo...

Sensualidad y Ternura se dieron la mano en estas letras...vuelvo Juanma, es extremadamente temprano,todavía estoy dormida y "Amigos" merece su tiempo...

Besos zzzzzzBesos zzzzzBesos Guapísimo!

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Amigo, amigo, amigo.

ANTONIO SIERRA ESCOBAR dijo...

nO sé que pensará una mujer al leer esta carta, pero sí sé lo que puede sentir si está enamorada. Felkicidades por esta declaración tan generosa como sincera. Felicidades por el amor.

sevillana dijo...

La más bonita declaración de amor que jamás haya leido, joooooo que envidia le tengo a Lola jajajaja.
Besitos

Er Tato dijo...

"...quien anude los minutos que vayan pasando para evitar que se transformen en horas muertas y desocupadas..."

Fantástica entrada, querido Juanma. Como siempre,

Un abrazo

Juanma dijo...

Luz de Gas RadioBlog: para qué pedir más, ¿verdad? Un beso, mi luz de gas.

Susana: duerme, duerme...y regresa, por favor. Un besito.

Javier: la amistad por encima, querido amigo. Un abrazo.

Susana Peiró dijo...

Caramba, valiente Hombre!: quien dice así de sus sentimientos, quien desnuda ni más ni menos, que su alma.

Pudor: esta vez no pudiste frenar algo más poderoso que Vos, el Amor.

Escritor: Oleeeeee, Guapoooo!!!
Sabías quizás que cosecharías piropos y suspiros por partes iguales ¿Verdad? Vaya Vaya, qué cosa más bonita!

Ahora sí, muy despierta, besos, besos y más besos Juanma Querido!

Juanma dijo...

Natural de Sevilla: qué alegría verte por aquí. Estás en tu casa. Ya paso por la tuya, eso seguro. Muchas gracias y un abrazo.

sevillana: querida madrina, envidia ninguna...que soy mu feo. Besos.

Tato: pues la tuya no digo ná...a tu entrada de hoy me refiero. Recomiendo a todos mis amigos que pasen por tu blog. No habrá arrepentimientos. Un abrazo.

Juanma dijo...

Susanaaaaa: cuánto te quiero. Eres sencillamente maravillosa. Besos, besos, besos, besos...

mangeles dijo...

¡¡¡ y....¿qué ha dicho ella?...joo Juanma...seguro que hay amor correspondido...seguro...sino, nos habrías puesto un poema sobre la crisis económica ejjee.

Enhorabuena a los dos.

Y preciosa carta de amor.

Un beso

Pd. voya a buscar la www. esa de tú radio, a ver si oigo algo mientras plancho

María Socorro Luis dijo...

Vivir siempre, siempre, enamorado, Juanma, es lo mejor que puede darte la vida.

Besos. Soco

América dijo...

Hola querido Juanma,tu entrada la leí apenas salio publicada,tuve la sensacion que la leía por encima de tu hombro,como si invadiera un espacio que no me pertenecía en ese momento,con esto lo que intento decirte es qué solo no es una hermosa carta,es un texto maravilloso.

No es la primera vez que te digo que admiro tu capacidad de abrir el corazón y escribir desde la entrañas tus sentimientos.

Es el amor que va madurando,creciendo y reiventandose,olé....

Un abrazo enormeeee!!!!!

Anónimo dijo...

juanma por primerabes te leoy tengo k desir k notengo palbras para desir lo k siento pues yo amo con lamisma intencidad y mialma hesta tan frajil nodejare deleerte muchobesos

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Bestial.
Mil gracias por escribir así.
Besos.

Juanma dijo...

mangeles: ya daré noticias, en septiembre, sobre la radio. ¿Y qué dijo ella? Ponemos que sí, ¿verdad? Besos.

Socorro: sin duda, de lo mejor que nos puede dar la vida. Ay, a veces también lo peor. Pero no es el caso. Besos.

América: el amor, sí, se reinventa. Y lo mejor es que nos obliga a reinventarnos. Besos.

Juanma dijo...

anónimo: ¿alma frágil? Siempre es así, no te preocupes. Y bienvenido o bienvenida. Besos y abrazos.

siempreconhistorias: muchísimas gracias y muchísimos besos.

José Miguel Ridao dijo...

En primer lugar, Juanma, debo reconocerte que en el formato antiguo de tu blog no hubiera tenido cojones de leer la entrada, todo lo que superaba un palmo se me hacía muy cuesta arriba. Dicho esto, coincido con tus comentaristas anteriores en que es una gran carta de amor; logras crear una atmósfera muy sugerente. Ah, y tu musa es inteligente tela, lo de Penélope es genial, digno de una entrada.

Un abrazo nopuedoverelvideoporculpadelpinganillero.