No me dio tiempo, os lo juro.
Pasaba por allí, desocupado, ausente, extraño como siempre, huyendo de lo que soy… y no pude reaccionar.
Apenas me di cuenta.
Se había tirado desde el puente.
No podía creerlo.
La vi caer y llegar al río.
Oí un ruido seco al chocar con el agua.
Me asomé a la barandilla. Su cuerpo ya no estaba y el agua mantenía un susurro acorde o conforme, no logré distinguirlo.
No supe qué hacer.
Salí corriendo.
Atrás dejé un silencio que preparaba un nudo en la garganta de aquella madrugada.
Un par de días más tarde, leyendo la prensa en un bar, vi la noticia. Había dejado una carta de despedida que el periódico decidió transcribir:
“No creáis que quiero morir, amo la vida, a la vida. No sé si lo que voy a hacer tras concluir esta carta es un acto de rendición o de heroicidad. Me da igual la consideración que le deis. Lo cierto es que no me apetece continuar, así de sencillo. No hay por qué darle más vueltas ni sacar a relucir esa depresión de la que me habla mi psiquiatra. Todo eso son cosas mías y nada tiene que ver con mi decisión. Creedme. Amo la vida, a la vida. Siempre le pedí que me regalara momentos únicos e inolvidables, pero se empeñó en concederme, una y otra vez, obviedades que se marchitaban en unas horas. Nada excepcional, lo sé. A todos nos sucede más o menos lo mismo. Por eso os digo: no hay por qué darle más vueltas, no me apetece continuar. Me tiraré desde el puente hacia el río. Saldré luego a la superficie, nadaré hasta la orilla y me quedaré allí un rato. Quién sabe, a lo mejor entonces pasa algún desconocido, me besa en la boca y cambio de opinión. Siempre he pedido momentos únicos e inolvidables…luego concluiré esta carta…
Tengo la ropa muy mojada. Me voy a cambiar.
Adiós”
Cerré el periódico. Pedí una copa. La imaginé en su casa, casi desnuda, ingiriendo las pastillas que le produjeron la muerte algo después de doblar una carta que introdujo en un sobre. Quizá llegó a ver la sombra que yo era en su vuelo hacia el agua, hacia la vida. Quizá estuvo un buen rato en la orilla, esperando.
Antes de que le entrara sueño, la imaginé cerrando aquel sobre, humedeciéndolo suavemente con sus labios. Los míos dieron un trago largo a la copa que tenía sobre la mesa donde yo estaba desocupado, ausente, extraño como siempre, huyendo de lo que soy…
Mi memoria es lo suficientemente bondadosa como para permitir que, en su interior, cohabiten y coincidan, beban y duerman juntos, los olvidos imposibles y los recuerdos necesarios. O viceversa: los olvidos necesarios y los recuerdos imposibles. En cualquier caso, soy poco más que lo que nace de la conjunción de ambos.
martes, 3 de agosto de 2010
La orilla
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21 comentarios:
Me ha quedado un regusto amargo de impotencia... y sigo tocada por ese "huyendo de lo que soy".
Se nota que tú también amas la vida.
Besos.
Querido Juanma, quizá no fue ella la que perdió una oportunidad... fue él, que la vio pasar y la dejó ir. Ahora, hoy, siempre, se preguntará, mientras saborea un día y otro la misma copa, si no debió lanzarse tras ella y tomarla entre sus brazos... y besarla. Dos vidas habrían tenido ese momento inolvidable que les habría durado, quizá, toda una vida.
Bella y triste historia, que anuda el corazón y lo aprieta... pero sólo un poquito, porque si algo nos lleva a morir antes de nuestro día, es la inacción, que impulsa a dejar las cosas pasar.
Besos miles
Nos derrumbamos a veces sin decir nada, esperando un gesto que no llega, una palabra que nos egendre nuevos...
Me derrumba tu relato hoy y la música empaña mis ojos, ay.
Un beso.
La ayuda creo que hay que pedirla y ofrecerla al que la necesita.
Estoy de acuerdo con Lola, igual se tenía que haber lanzado hacia ella y de otra forma hubiese sido el comportamiento.
Que bien escribes, ladrón.
Un abrazo
Querido Señor de las Cursivas, ¿No decias que la Inspi jugaba al escondite contigo? Veo que en el juego has ganado tú. Yo tambien tengo la ropa mojada en estos momentos.
Nunca saltar es la solucion aunque la vida pueda llevarnos, muchas veces, a la desesperacion.
Podemos dar tregua una y otra vez a nuestras ilusiones, necesidades, esperanzas... solamente sabemos lo que somos capaces de resistir cuando estamos apunto de no hacerlo.
Muchos son los que aparecen en nuestras vidas, mucho es lo que nos sucede, pero la mayoria queda en sombras. Poco permanece y, aunque valioso, puede no parecer suficiente. Y huimos de no ser lo que queremos, de no tener lo que deseamos. Muchos pasan la vida en la orilla... esperando que suceda. Para otros el salto es la solucion.
Me dolio mi señor Juanma, pero ya paso.
Besos a repartir.
Hermosa paradoja de la vida. Cuántos entes fluctuan en la misma y magistral afirmación: `No creáis que quiero morir, amo la vida, a la vida´ y cuántos mirando la vida pasar por nuestro lado hacia el otro, impasibles y buscándonos.
Que belleza de prosa.
Saludos!
La vida pasa, pasa la vida,... y no debemos dejarla pasar.
Blimunda: escribe Victor Hugo, en Los Miserables, que hay una forma de huir que se parece mucho a la búsqueda (o viceversa, nunca lo recuerdo. Da igual: podemos aplicar con garantías la propiedad conmutativa). Besos.
Lola: pues sí, me gusta esa visión tuya. Podrías ser, quién sabe...Besos.
Paloma: te pillé, además, en día melancólico, ¿no? Esa canción es grande. Besos.
Rafael: vengo de leer tus fantásticos recuerdos. Y sí, amigo, hay que aprender a pedir ayuda cuando se necesita. Un abrazo.
Naranjito: fantástica frase final de tu comentario. Un abrazo.
maile: su comentario, querida amiga, es otra entrada. Formidable. Besos.
Mi querido Miguel: me gusta esa frase, sí. Un fuerte abrazo.
Leticia: ni pasar nosotros de ella, en ningún caso. Besos.
Me dejas patidifuso, Junama
Un abrazo, amigo
Una historia conmovedora. Casi diría dos historias en una misma. Prefiero ser quien se toma la copa y aún sigue preguntándose, dándose la oportunidad de saber quién es. Porque cada cuál somos nosotros mismos sin el otro.
Es un deleite saborear cada trago de letra contigo.
Besos.
perdón , llegué por accidente, estaba hablando con mi amiga cuando un mosquito se ha parado en la pantalla de mi móvil, echaré un vistazo a tu blog, [el mosquito ha muerto, lo he chafao]
Hojas: un fuerte abrazo. Muchas gracias siempre.
Carmen: dos historias que nada tienen que ver. Sí, así es. Un beso.
Jesús: bienvenido. Espero que esa vuelta por mi blog haya sido tranquila y buena. Ya me dirás. Un abrazo.
Tal vez el desaparecer pueda resultar un acto de cobardía, pero también, según las circunstancias de valentía. Lanzarse a la búsqueda de algo mejor que una vida vegetativa tiene su mérito.
No hay que buscar culpables.
Un saludo
Juanma...qué te puedo decir?el texto es magnífico.Todavía saboreo el desasosiego, y la profunda beleza de tus palabras.
Un abrazo que nos sostenga, siempre, de la incertidumbre
Siempre esa inquietud sobrevolando tus textos. Me ha gustado,
Besos para todos
Es increiblemente bueno Juanma. Te felicito.
Un placer siempre, visitarte.
Es increiblemente bueno Juanma. Te felicito.
Un placer siempre, visitarte.
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