Me llamó por teléfono durante una madrugada que aún era reciente, que yo comenzaba a palpar de la mano de un duermevela que, con tranquilidad, me iba guiando hasta el pomo tras el cual me esperaba algún sueño. Sin embargo, nunca supe cuál era ese sueño que habitaba en la sala de espera.
El teléfono, inesperado, me asustó levemente. Hola, soy yo, estoy cerca de tu casa, con unos amigos y algo bebida, ¿puedo quedarme a dormir contigo?; Sí, claro que sí, ven cuando quieras; Gracias, me acaban de pedir otra copa, en un ratito estoy ahí.
Volvió a callar, el teléfono. A veces lo apago antes de dormir, pero sólo cuando estoy muy cansado, me pongo en manos del azar y confío en que ninguna urgencia merodee cerca esa noche. Encendí la luz de la mesita de noche, cogí un libro casi sin mirar, sin preocuparme por él, y lo abrí para ir rellenando el tiempo de espera con palabras de otro.
Con palabras, en definitiva.
Pasada una media hora, otro timbre me volvió a asustar. Era el del portal de casa. Hola, ya estoy aquí; Sube, te abro. Yo estaba en pijama y no consideré necesario cambiarme. Ella sabría que me iba a encontrar así. Un par de besos, bromas con la suave ebriedad que traía puesta en la mirada, necesidad de pasar al cuarto de baño, otra copa, antes de dormir, a la que me sumé yo.
Avanza el tiempo, irrumpe la madrugada con su carga de pecas, deseos y turbulencias. La cama, hora de dormir. Durante muchos años, nos engañamos pensando que estábamos enamorados. Es posible que incluso llegáramos a estarlo en más de una ocasión, durante varios días, en otras madrugadas con otras pecas, otros deseos y otras turbulencias. Pero ya no, eso lo teníamos más o menos claro. Sólo más o menos claro, como siempre, como algo a lo que nos habíamos acostumbrado.
Yo en pijama. ¿Y ella? Ella venía con lo puesto y se lo quitó. Le apetecía dormir desnuda, preguntó si me importaba, le dije que no. Silencio y ojos abiertos. La cama, pequeña. De uso individual si uso un lenguaje comercial. Sus pechos, marcados en las sábanas. El roce, inevitable en lo que buscamos posturas para dormir. Teníamos más o menos claro que ya no estábamos enamorados.
No recuerdo cuál de las cuatro manos fue la más impaciente. Tampoco si fue la misma que me quitó el pijama o ya fue otra, decidida tras el avance de la pionera. Lo cierto es que volvíamos a encontrarnos, a estar, en un lugar que conocíamos bien, a la perfección, tras haberlo recorrido en tantas madrugadas pecosas, a bordo del deseo y en medio de turbulencias que jamás nos dieron miedo. Dimos cuenta de quienes somos cuando estamos juntos, dijimos entre jadeos y susurros que nunca, por mucho que la vida nos separe, podríamos evitarlo, que siempre se desnudarán nuestros cuerpos cuando queden cerca. Es posible que sea verdad. Tanto como que nunca podamos volver a constatarlo.
La mañana entró con una carga de responsabilidad cuyo peso notamos en el alma. Nos conocemos bien. Demasiado. Quizá llegamos a reírnos. Ella se fue con cara de sueño y mejillas sonrosadas. Yo doblé el pijama, recogí del suelo el libro que allí había quedado tirado, hice la cama, me duché, tomé un café solo y sólo, abrí mi máquina antigua y amiga y me puse a escribir para ir rellenando el tiempo de espera de la nada con palabras que esta vez sí eran mías.
Con palabras, en definitiva.
Mi memoria es lo suficientemente bondadosa como para permitir que, en su interior, cohabiten y coincidan, beban y duerman juntos, los olvidos imposibles y los recuerdos necesarios. O viceversa: los olvidos necesarios y los recuerdos imposibles. En cualquier caso, soy poco más que lo que nace de la conjunción de ambos.
domingo, 10 de octubre de 2010
Un ( )
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31 comentarios:
Que me encantas Juanma. Que eres un narrador especial...
Creo que nunca leí una escena de sexo, escrita con tanta delicadeza y elegancia.
Adoro de verdad tu manera de escribir, otra vez te felicito.
Besos a los cuatro. Soco
Se me ha quemado la comida leyéndote y después de disfrutar tus palabras me he quedado pensando en cómo rellenar el espacio del paréntesis del título...está claro.
Muy especial tu entrada. Un beso Juanma.
Sigue narrando: es una garantía de disfrute.
Un abrazo, querido amigo
Narración canalla a lo Sabina, con guinda de juanma en los detalles.
Simular estar enamorados o no reconocer que se está, aunque sea por instantes.
Besos
Deseo sin amor... algo posible, claro. Desear si amar... si lo cuentas hay, todavia, quien no te entiende. Amar sin desear... bueno, si, pero es "menos" divertido.
No estan mal los ( ), ni las " ", [ ], ni siquiera los ...
Besos dulce Juanma.
Narrativa pura, un paréntesis para los que te leemos.
He tenido llamadas de todo tipo a altas horas de la noche… a veces me da pena apagarlo o quitarle el sonido por lo mismo…
En fin, ya te enteraste de cómo sabía lo del día ocho, que al final se alarga en espera.
Mucha suerte
Kisses
Juanma ese tema de Sabina y tu texto es una delicia,para dos que lo tienen más o menos claro fue una noche especial,esa veta de narrador es imperdible...
Un abrazo.
Grácias por el paréntesis. Elegante, sensual y encima bien escrito.
Grácias maestro.
¡Ay, Sabina, reserva del 85, y el Juanma canalla en pijama! A los de nuestra generación no se nos puede meter una señora en la cama a dormir. O al menos no sólo a dormir. Faltaría más.
Un abrazo, artista
Qué bonito lo describes... tú no llenas sólo el espacio en blanco de palabras, tú llenas el espacio de imágenes, olores, sabores, de una piel bajo los dedos, suave y sedosa. Qué bonito (); nunca un signo tan insustancial estuvo tan lleno de contenido. Besos miles
Poco que decir, amigo mío: me ha encantado!
Pues parece que lo pasaron bien...no hace falta el amor...para querer...
Besos
¿Y quién dice que no hay amor si no estás enamorado? Puede haberlo, en tu relato lo hay, lo hay en el conocimiento profundo, lo hay en el deseo, tiene tantas formas y tantos vericuetos...
Es tan fácil dejarse llevar contigo, transportas al lector al centro mismo, ya no de la historia (que también), sino de sus latidos. Una adictiva delicia.
Un abrazo de esos que estrechan corazones.
Una prosa exquisita que encierra muchas más palabras bajo las palabras propias.
Un placer leerte como siempre.
Un beso.
No guardes la máquina de escribir y, sobre todo, compra papel, mucho papel, que los narradores como tú necesitan espacio y distancia.
Magnifica la frase "La mañana entró con una carga de responsabilidad cuyo peso notamos en el alma".
Un abrazo
Palabras ajenas, o propias para rellenar la vida... pero que haya palabras, sobre todo si están dispuestas en un relato como este.
Un abrazo.
Vaya... lunes calentito...
Gracias por alimentar cada día mi admiración por tí y permitir adentrarme en tus relatos, eres un gan narrador y sobre todo muy elegante... besitos
no te digo nada de como me gusta y lo bien que se te lee, me gusta esa sencillez que llena tanto, pero la situación creo que nos gustaría a muchos hombres, lo bonito que es hacer el amor cuando no tienes obligación, que relax, que dejarte ir, como lo echo de menos.
un abrazo
si lo lee mi mujer me mata
Magnífico, Juanma.
Te resuelvo la duda: en estas situaciones no hay mano más rápida que la masculina.
Soco: muchas gracias, amiga, aprendo mucho de tu sutileza y elegancia. Besos.
Blimunda: ¿se quemó la comida? ay, ay, ay...si es que algo quema por aquí. Besos.
Hojas: gracias siempre por tus palabras. Un fuerte abrazo.
Parsimonia: los instantes tienen una entrada, todo se andará. Muchos besos.
Maile: no están nada mal, para nada, en absoluto. ¿Amar sin desear? Agggg, allá quien quiera hacerlo. Besos.
Capitán: gracias, siempre honrado con tu presencia en mi casa. La tuya. Un fuerte abrazo.
Gata: sí, y ya sabemos que hay que esperar, querida Gata -tenemos una amiga en común a la que le va a dar algo durante la espera-. Muchas gracias y muchos besos.
América: pues sí, supongo que fue una noche especial. Muchos besos, querida amiga.
Naranjito: gracias siempre a ti por tanto cariño. Un fuerte abrazo.
Er Tato: ¿a nosotros? A ninguna se le ocurriría obviar las consecuencias. Aquel Sabina creo que fue insuperable, que lo pudo superar el que vino después. Un fuerte abrazo.
Lola: bueno, eso se intentó...llenar de contenido la nada. Muchos besos.
Antoñísima: a lo que me ha encantado es verte de nuevo por aquí. Besos, muchos, miles.
mangeles: me da que sí, que lo pasaron rechupetebien. Besos.
Paloma: por supuesto que puede haber amor sin estar enamorado. En tus poemas se demuestra en muchas ocasiones. Muchos besos.
Carmen: si las palabras esconden otras palabras, vamos bien. Besos.
Miradme: qué placer era escribir en esas máquinas. Sí. Un fuerte abrazo.
Fernando: palabras siempre, amigo, que no nos falten, ¿verdad? Un fuerte abrazo.
Leticia: jajaja, sí, pero no nos olvidemos nunca de reír. Besos.
Anónimo: supongo que nos conocemos. Tu comentario me ha llegado al alma. Besos.
Menalcas: jajaja, se echa de menos, sí. Y no te preocupes porque lo lea tu mujer...si ellas lo saben todo desde antes que sucediera. Un fuerte abrazo.
Alejandro: pues sí, creo que la duda ha dejado de existir. Un fuerte abrazo.
Buenísimo. Me ha encantado.
Hay personas con las que nos es inevitable no hacer un paréntesis en nuestra vida para incluirlas aunque sea de forma breve, incluyendo una noche de amor desesperada* ... es como querer entrar en tu blog y no leerte... o como conocerte y no querer fundirse en un abrazo contigo. Eres grande, Juanma.
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