Cada día me levanto muy temprano. Nunca me gustó dormir. Me voy a la cama sobre las dos de la madrugada y ya tengo un café encima de la mesa a las siete de la mañana. Todos duermen en casa y yo me pongo a escribir. No me da miedo la rutina, no huyo de ella. Considero que la sorpresa tiene tanto poder que siempre irrumpe en la vida, no hay por qué preocuparse con eso. Mientra tanto, prefiero vivir guardando equilibrio en la cuerda de la rutina, en la rutina cuerda.
Lola se levanta más tarde. En cuanto nos van oyendo, despiertan Domingo y Adela. Dejo todo lo que tengo entre manos porque se imponen los biberones, vestirlos, jugar con ellos, reír siempre, siempre besarlos. Sobre las nueve y media todos se van y yo me vuelvo a quedar solo hasta el mediodía. Sigo entonces escribiendo y leyendo. Vuelven sobre las dos de la tarde: a comer y a salir pitando para trabajar. Los niños, con su abuela. Esos son mis días, a bordo de ese barco navego feliz.
Sin embargo, ha cambiado esta rutina desde hace un par de días. No puedo ver a Lola desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde. ¿Y saben qué pasa? Que la echo de menos como a nadie eché de menos en mi vida. Fíjense cómo es la cosa: unos diez años viéndonos las veinticuatro horas del día (ya saben que, amén de copular juntos, también trabajamos juntos) y me pongo tontorrón en cuanto ha pasado este pequeño cambio. No dándome miedo la soledad, jamás me canso de estar al lado de Lola. Ya he dicho en otras ocasiones por aquí que ignoro si eso será así durante toda la vida. Esa posibilidad no es para mí ni siquiera un planteamiento. Jamás he jurado amor eterno porque considero que ese juramento es un error. Me levanto cada día con la certeza de que la sigo queriendo. No pido más. Así quiero llegar hasta el final de mis días, pero no me detengo a mirar qué nos sucederá mañana. Ni a mí, ni a Lola.
Hoy vengo a contarlo como si cada uno de vosotros fuese un colega con el que estuviera compartiendo una copa y confidencias. O mejor aún: varias copas y una sola confidencia. Hoy vengo a decir que son casi las nueve de la mañana y llevo algo perdido durante un par de horas. Todo este cambio es para bien, no ha pasado nada. Todo lo contrario. Pero no hablo de eso. Hablo de ese gran defensor de la soledad que es un servidor y que, empero, no quisiera estarlo en este momento. Escribir esta entrada es un modo de conseguirlo. Al menos de intentarlo.
Pronto dejaré a Adela con su abuela porque yo tengo que ir con Domingo al médico, que hoy le toca. Luego nos vendremos los dos a casa, a comer filetes de pollo con patatas fritas…nos lo puso Lola fácil. Después volverá mi sol con su abuela, le daré un beso rotundo y de tornillo a mi gitana y me iré pitando en busca de Lola, a quien veré a esa hora en la que el termómetro marcará cuarenta grados (hoy promete eso el día). Y mi cuerpo, sí, entrará entonces en calor.
En lo que llega ese momento, estoy pensando darle a la mañana bocados de hambriento que la vayan mermando, llenarla de palabras que ahuyenten los silencios. Apenas eran las siete y media de la mañana cuando ya nos habíamos intercambiado unos cinco mensajes de móvil. Y no eran, no, para decirnos lo mucho que nos queremos y otras cursiladas. Eran un “no te olvides de las zapatillas del niño”, un “a que no sabes a quién he visto ahora mismo”, un “dejaré cortadas las patatas y en agua antes de salir”…un no sé si te enteras de que quiero ir contándote todo lo que me pasa cuando no estás a mi lado, un te he elegido para vivir, un necesito tu mirada más que ninguna otra en el mundo, un tu cercanía es lo que de la sentido a esto que llamamos la vida, un eso es lo que hay…
¿Otra copa?
Mi memoria es lo suficientemente bondadosa como para permitir que, en su interior, cohabiten y coincidan, beban y duerman juntos, los olvidos imposibles y los recuerdos necesarios. O viceversa: los olvidos necesarios y los recuerdos imposibles. En cualquier caso, soy poco más que lo que nace de la conjunción de ambos.
lunes, 19 de julio de 2010
La echo de menos, es lo que hay...(Extracto de biografía V)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
14 comentarios:
Sí, pónme otra copa que me gusta esta música envenenada y ese estilo tuyo tan natural en el que se nota que escribes con el alma puesta en cada palabra para meterte un poco más en nuestros corazones.
Hay algo muy limpio en lo qué escribes. Muy, muy limpio.
Besos para los dos, besos.
Un día comenté en el blog de Soco que me gustaría verte por un agujerito,hoy, mi querido Juanma, tú has abierto ese agujerito, permitiéndome echar un vistazo a tu existencia y aún más adentro: a tus sentimientos y a ese latido de tu corazón que suena lo-la-lo-la.
Me he emocionado (lo cual empieza a ser habitual contigo) y te he envidiado. Gracias.
Besazo.
Tiernas y enamoradas soledades mi señor Juanma. Soledades hermosas porque son recompensadas. Soledades por ausencia. Soledades por amor.
Y me ha hecho llorar... ¡y tan temprano!.
Besos lacrimosos, pero agradecidos.
Hola Juanma. Hemos llegado aquí a través de amigos comunes. Así son los mares del ciber-espacio, que te traen a islas perdidas apenas sin darte cuenta.
Nos quedamos con tu "echo de menos". Hay toda una filosófía en echar de menos a alguien, que tú has intuído y desarrolado muy bien.
Nos quedamos por tus playas, si nos lo permites.
Un cordial saludo de Marpín y La Rana.
Es cierto, no se jura amor eterno... se da, se regala, se anhela, se toma, se suspira, se apasiona, se escribe. Se entrega.
Amigo Juanma te leo y me sonrío y me digo: él dice con bellas palabras lo que en toda una vida yo nunca sería capaz de escribir. Tu Lola y su ausencia nos brinda un trocito de ti que me encanta. Me alegro de tu amor, ese amor no jurado que nos ha brindado tan hermosa entrada.
Yo, a estas horas, prefiero una cervecita...!
Besos miles
No sabes cómo puedo llegar a entenderte, amigo mío. Cuando estás todas las horas del dia con la persona querida te duelen hasta unos pobres minutos sin ella. Eso es amor eterno, te lo juro.
Otra copa!...El tema musical y ese texto maravilloso lo pide,es intenso y pleno de emoción,es el sabor Juanma ,de la vida y del amor del día a día,ese no encontrarse cuando no está al lado,un suspiro que se escapa,un alivio inmediato al volver a ver el rostro amado.
Es un texto precioso.
Un fuerte abrazo.
Blimunda: nos debemos esa copa, ¿te parece? Un beso.
Paloma: vi aquel comentario del agujerito, aquel día ese agujerito habría sido un show. Un beso.
maile: soledades limpias, querida amiga. Un beso.
Marpin y la rana: bienvenidos a su casa. Pasen, siéntense, tomen lo que quieran...abrazos y besos.
Lola: esa cervecita va a caer antes o después, ¿a que sí? Besos.
Leticia: yo sé que hablamos el mismo idioma. Besos.
América: muchas gracias, queridísima amiga. Por todo. Un beso.
Felicidades Juanma. Por ser como eres y por todo lo que tienes en tu alma y a tu alrededor.
Un beso largo largo, para cada uno de los cuatro. Soco
Una íntima, bella, incontestable realidad... es lo que hay... aquí.
Un abrazo.
A esta hora unas cuantas más…
La vida, costumbres y desacostumbrarse, y ver que nuestros principios, nuestras férreas teorías tienen cimientos sólidos, pero tienen alguna excepción que sólo se descubre en el trabajo de campo, como te ocurre a ti.
Bellísima tu soledad compartida.
Kisses
Ha sido una delicia compartir una copa contigo a estas horas de la madrugada. En Estepona la noche está preciosa, fresca, con la luna engordando y sonido de grillos... poco más se puede pedir.
Un abrazo y que el cambio sea para bien.
Por favor, ponme otra ración de ese amor de Lola que sientes tú con un poco de agua fresquita con hielo, que me he quedado con hambre y sobre todo, con mucha sed. Sé bien de lo que hablas. Espero que nunca se te pase ese deseo de permanente compañía del otro, aún cuando sea las 24 horas del día. Besos.
Publicar un comentario