lunes, 30 de noviembre de 2009

"La noche de los tiempos"



Aún no sabía que te iba a decir aquellas palabras que sonaron como un epitafio, que cogería el teléfono para advertirte que ya había acabado el acto, que pronto iba a verte, y que notarías por el tono de mi voz una tristeza que talvez tampoco aún sabía que tenía. Una tristeza barruntada en mi forma de vestir o de andar, al encender un pitillo o mondar una naranja.
No, aún no lo podía saber. De qué modo actuaríamos si conociéramos con anticipación las consecuencias de nuestros actos: “ninguna de nuestras palabras o actos son gratuitos”, había dicho el escritor hacía apenas media hora. Había pasado, en un rato, de la ilusión que todos dicen que contagio a la tristeza que sólo tú notas y cuidas…esa tristeza de la que sólo tú me salvas.
El acto comenzaba a las ocho y media de la tarde. Pero yo, hombre de puntualidades y otras carencias, había llegado a las ocho menos cuarto. Y no era el primero. Me di una vuelta por el hotel. Era la segunda vez que entraba en él y eso me hacía caminar con mayor seguridad que la primera, en la que estuve algo asombrado, algo niño mirando techos, salones, puertas. Me gusta ese hotel, el Alfonso XIII, una de las señas de identidad de esta ciudad que es nuestro lugar en el mundo. A las ocho en punto nos anunciaron que podíamos entrar. Me senté en las primeras filas, en la quinta quiero recordar. Las dos primeras estaban reservadas, supongo que para los organizadores, los amigos. Constato luego que también para algún que otro arrogante, esas personas que caminan por el mundo pensando que todos nos fijamos en ellas, y ponen caras interesantes, gesticulan con seguridad, como dominando el espacio y controlando los tiempos. Allá ellos.
Es puntual el escritor. Ocho y media de la tarde. Pasa a mi lado. Estoy viendo, a cincuenta centímetros, a un mito literario. Soy mitómano, tú lo sabes. Tú lo sabes todo de mí. ¿Sabías que yo existía antes de conocerme? A veces pienso que sí, que cuando me viste por primera vez hace diez años (y pensaste, con razón, que yo era un niñato) ya sabías que me iba a acercar a ti en el instante preciso en que lo hice para preguntarte no sé qué cosa. Ahí comenzó todo, algún día lo escribiré. Es una deuda que tengo contraída con mi lenguaje, es un modo, el último, de espantar fantasmas que ya no existen. Algún día escribiré sobre ti, te escribiré.
Habla Fernando Iwasaki, organizador. Sus palabras son tan cálidas como su acento peruano. Se le nota emocionado, anuncia brevedad y la cumple. Su discurso, dos veces bueno.
Cede su palabra al escritor, a mi escritor, a quien más he leído, quien más me ha emocionado sólo con un libro, sólo con una frase o un párrafo. Presenta Antonio Muñoz Molina su última novela, “La noche de los tiempos”. Yo la llevo, sólo principiada, para que luego me la firme. Sus palabras son cercanas, certeras y, para mí, memorables. Aún no podía saber, tampoco, que al día siguiente leería crónicas en los periódicos y que pensaría en quién las ha escrito, en qué estaría musarañeando (mi ordenador señala al gerundio como incorrecto. Mi ordenador no ha leído a Umbral, él se lo pierde) mientras Muñoz Molina hablaba, por qué esas crónicas estaban escritas desde antes de la presentación del libro.
Concluye Antonio (así me dirigí a él más tarde, pero aún no lo sabía, ni siquiera sabía si me saldrían más de cuatro palabras seguidas y articuladas. En mi imaginación había pensado que Antonio me preguntaba por qué quería que me firmara su libro. Y llevaba una respuesta preparada: en mi casa, el primer frigorífico también estuvo durante años en el comedor, y no en la cocina, al lado de la televisión. Él y yo nos entendemos en esto). De las cinco preguntas que hace el respetable (multitud, por cierto) sólo me interesa la última: en el libro aparece una primera persona del singular algo desconcertante. Muñoz Molina confiesa que ésa es una de las claves: un uso del verbo necesario para no hacer trampa ni mentir. No lloro en ese momento porque los hombres no lloran. Sí lo hace, en cambio, el niño que soy, ése que se parece tanto a mi hijo.
Estoy frente a él. Le doy las buenas noches, el libro y mi nombre. Sonríe, me pregunta si Juan Manuel soy yo. Le digo que sí, obviamente: “La noche de los tiempos está cordialmente dedicada a Juan Manuel, en una bella noche de Sevilla. A. Muñoz Molina. Noviembre 2009”.
Evito conversar con él, preguntarle algo. La fila de admiradores esperando firmar es muy larga, no ha lugar al entretenimiento ni a querer destacar. Es absurdo.
Salgo a la calle y, aunque sé que voy a meter mi mano en el bolsillo de la chaqueta para buscar el móvil y llamarte, todavía ignoro mis palabras, aún no sé la tristeza que se acaba de instalar sin que le haya dado tiempo a abrir las maletas. Viene con mucho equipaje, la puñetera. “Ya voy para allá, chiqui”, “¿Qué tal todo, bien, te ha gustado?”, “Cómo no, ha sido maravilloso”, "¿Y por qué estás tan triste?”…y es entonces cuando la veo junto a mí, a la tristeza mirándome orgullosa y con sorna..."estoy triste porque me moriré sin haber escrito un libro”.
Déjate de tonterías y vente ya, que tengo ganas de verte”…algún día escribiré sobre ti, Lola. Deja un hueco en tus manos para todas las palabras que te debo.

29 comentarios:

Ranzzionger dijo...

Preciosa entrada, Juanma. Veo que compartimos admiración por uno de los grandes escritores y, por qué no decirlo, intelectual de verdad que queda en España. Un abrazo.

Er Tato dijo...

Magistralmente narrado, querido Juanma. Un texto menos revoloteado que tus habituales, más limpio de recovecos, más rápido, más ansioso de llegar. Sí, ya sé que tú aprecias más las formas que el fondo, pero yo no. A mí me gustan ambas a partes iguales. Incluso, puestos a elegir, me quedo con el fondo, con la historia, con la lágrima, con la sonrisa. Seguramente no lo compartirás, pero para mí ésta es una de tus mejores entradas. Llegué al final casi sin tiempo para frenar.

Un fuerte abrazo

Fernando Moral dijo...

Ya te vale, hacerme asomar una lágrima narrando la presentación de una novela. Qué arte hay que tener.
Un abrazo.

Capitán dijo...

Los mitos pasan, y siempre queda lo importante, lo importante siempre te llama para decirte que te espera.

Coincido con Tato, entrada magistral.

Un abrazo

Las hojas del roble dijo...

Emocionante. No tengo palabras...Sólo abrazos.

Té ツ dijo...

Qué bonito, querido. Emocionada estoy. Pero eso de que te morirás sin haber escrito un libro... Sabes que no me lo creo. Juanma Márquez es sinónimo de talento. Y el éxito inmediato, sin esfuerzo ni obstáculos importantes, un cuento que alguien se inventó.

Mucha suerte y muchos besos.

mangeles dijo...

Yo ante estos escritos, es que no sé que decir. Me emociono...y...

Sabes una cosa Juanma...escribiras un libro, y será estupendo...estoy segura.

Muchos besos...y maravilloso escrito.

Marisa Peña dijo...

Ay Juanma...qué decirte? Que conozco bien a esa tristeza y que para los que te leemos tu escribes tu libro cada día, en nuestro corazón.Un beso

Máster en nubes dijo...

Oye, Juanma, ¿te conté que el autor de Firmin, John Savage, que es un escritor verdaderamente genial, publicó ese, su primer libro, a los 60 años? No creo que tú lo hagas tan tarde, pero vamos, que tienes muuucho tiempo por delante. Preciosa entrada pero el final no, no y no. Muy bonito, pero no. Que no, vamos. No todo se tiene que hacer a los 30, ni siquiera a los 40. Ya se andará Juanma.

Alejandro Muñoz dijo...

Eres un genio, Juanma. Te dejo aquí las tres o cuatro cosas que se me han ido ocurriendo sobre la marcha, aunque prometo releer tu entrada:

1. Tu mito es tuyo y más puro y sincero si no coincide con el escritor de moda.
2. Genial el frigorífico.
3. La mayoría de las críticas están escritas de antemano.
4. Tus crónicas, con el corazón.
5. Tu tristeza te seguirá empujando. Escribirás tu libro.
6. Me da igual como se pongan. Pienso sentarme en la primera fila el día de la presentación.
7. Sólo me levantaré para cederle el sitio a Lola.

mamen dijo...

A mí me dará igual sentarme en la última fila. LLevaré mi/tu ejemplar en la mano y te haré la pregunta preparada con la seguridad absoluta de que la responderás, pedazo de narrador.
Besos para mi chico favorito.

Javier Sánchez Menéndez dijo...

Magnífica crónica amigo.

Juanma dijo...

Ranzzionger: gracias, maestro. A lo mejor alguien puede demostrarme lo contrario, no sé, pero pienso que Antonio Muñoz Molina es un intelectual libre. Es lo que da la cultura y la falta de prejuicios. Un abrazo.

Er Tato: sí lo comparto, sí, me gusta mucho esta entrada. Absolutamente real, sincera. ¿Y sabe usted? En el fondo, me gusta más escribir así que con tanto revoloteo. Un abrazo.

Fernando: ya te vale a tí ser tan sensible. Muchas gracias, amigo, un fuerte abrazo.

Juanma dijo...

Capitán: qué grandes tus palabras, como siempre: me las llevo, me las quedo para siempre. Un abrazo.

Las hojas del roble: los mismos abrazos que te doy, amigo. Muchos. Nos debemos una cervecita, por cierto.

Té: sí, supongo que, a salvo contratiempos, no me moriré sin haber escrito ese libro. Supongo que me refiero a otra cosa, no sé. Cuentos míos. Un beso.

Juanma dijo...

mangeles: muchas gracias, mi querida amiga. El Manteca sigue preguntando por tí nada más comenzar su segunda copa. Un beso.

marisa: mi poeta de guardia y referencia...siempre juntos. Un beso.

Máster: tooooodo se andará, en ello estamos. Y sabes igual que yo de lo que hablo. Un beso y gracias.

Juanma dijo...

Alejandro: lo del frigorífico es literal y literario. En uno de los libros de Muñoz Molina está (y no recuerdo cuál, ay). Me emocionó leer aquello. Su primera fila está garantizada. Un fuerte abrazo.

Mamen: ¡¡qué alegría verte por aquí!! Pedro y tú, junto a Alejandro, en primerísima fila. ¿Y esa pregunta? En fin, confío en encontrar respuesta a la altura. Muchas gracias y un beso.

Javier: muchas gracias, amigo. Siempre pendiente, siempre al quite. Un abrazo cálido, ya sabes, como son los tuyos.

Navegante dijo...

Buenísimo mi amigo español, está entre las cosas mas simples y directas que he leido tuyas. Con esto no quiero decir que me guste más o menos que otras, simplemente es distinta, todo lo tuyo hasta aquí me gusta. Y la oración final es deliciosa.
(Aparte: ¿podrías darme mas datos sobre ese tal Umbral? Es que soy defensor de los gerundios y me llamó mucho la atención lo que dijiste. Si te parece mejor me lo comentas por privado: navegantedelalma@hotmail.com)
Abrazos desde este lado del mar.

América dijo...

Estimado Juanma.

Forrest Gump es el tema ideal para empañar esta entrada,va con cada matiz de las lineas emocionadas y para nada contenidas,un canto a la ilusión aunque la melancolía se cuele sin permiso.

Hay acontecimientos en la vida que dejan una huella profunda así como los más caros anhelos,llegue al final de tu texto tan emocionada como ansiosa,ese libro se publicara toca la puerta con urgencia y ese día sera muy especial.

Un abrazo.

América dijo...

Perdón la música para acompañar tu entrada....nada de empañar es mi corrector jajajaja....

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Qué maravilla Juanma. Me has hecho revivir toda mi tristeza mtómanol, los nervios tras ver al admirado-a, la necesidad de hablar con mi amor al que, también yo, tanto le debo. El desconocimiento de lo que él sí conoce...
Magnífica entrada.
Besos a los cuatro.

Unknown dijo...

En lugar preferente dentro de la estanterçia que preside mi salón tengo uno de los últimos libros que me regaló mi abuelo: El Jinete Polaco.
Respecto a lo de escribir un libro, como decía alguien que ahora mismo no recuerdo, "todo se andará". Y se andará seguro, segurísimo.

Un abrazo.

María Socorro Luis dijo...

Pronto escribirás ese libro, Juanma...Lo que se desea de verdad sucede. Y yo estoy segura de ir a la presentación, para conocerte personalmente.

Los cuatro besos fuertes de siempre. Soco

Anónimo dijo...

Mi querido amigo del alma: Después de leer tantos comentarios maravillosos -es lo que tiene llegar tarde- poco puede añadir una humilde admiradora que no tiene el don de la palabra -escrita-.
Pero apelo al raciocinio para convencerte si aun tienes dudas de que algún día escribirás un libro: ¿tú te acuerdas de un tiempo en que tardabas semanas, meses, en escribir una frase?
Basta con que quieras hacerlo, porque demuestras en cada texto que el talento lo tienes.

Un enorme abrazo.

adela dijo...

la de antes era yo que soy muy torpe

Juanma dijo...

Navegante: muchas gracias por tus palabras. A Adela (quien abajo comenta)le duele la boca de pedirme que tenga una escritura que se muera de sencilla. ¿Le haré caso alguna vez? Un fuerte abrazo hacia ultramar.

América: siempre tan pendiente de la música. Efectivamente: hay acontecimientos que marcan y dividen. Muchas gracias. Muchos besos.

siempreconhistorias: y siempre reparto esos besos tuyos entre mi gente. Otros tantos para tí...muchos, que no quede.

Juanma dijo...

Du Guesclin: con decirte que "El jinete polaco" es un libro que releo cada año queda dicho todo, ¿no? Un fortísimo abrazo.

Soco: también son tus besos repartidos. En ello estamos: lo que se desea con verdad siempre sucede. Gracias. Besos.

Mi querida Adela: leyendo el anónimo me decía, "coño, ésta fijo que me conoce". Y un poquito sí que me conoce, sí...como si me hubiera parido, más o menos. ¿Cómo no acordarme de aquellos tiempos? Jamás olvido lo que me interesa. Muchos besos. Qué alegría me da siempre verte por aquí.

carmen jiménez dijo...

Querido Juanma, con el permiso de Lola: No sé si escribirás un libro o dos, o cien, pero sé que eres todo un escritor ya.
Eso sí, cuando escribas tu primer libro y yo haga fila para que me lo firmes y tú me preguntes: "Si Carmen soy yo"; por favor, no te olvides que soy media luna. Y así, saldré con mi libro y llamaré a mi compañero y me preguntará por qué estoy tan contenta y yo le diré: "Porque Juanma, el escritor, se ha acordado de quién soy".
Un beso para ti y tus amores.

Las hojas del roble dijo...

La última frase me parece acojonante, Manteca.

Blimunda dijo...

Juanma, acabo de leer esta entrada porque Alejandro me la ha recomendado. Tengo que decirte que me he sentido sentada en aquella sala ante mi amado Antonio Muñoz Molina, que he sentido ese tragarse tanta admiración como una impotencia retorcida y que yo habito en esa misma tristeza de la que tú escribes.
Gracias por llevarme hasta su presencia. Gracias de corazón.