lunes, 20 de octubre de 2008

Un secador

Hacer una entrada a un secador es, de entrada, algo raro. Lo sé. Pero hay una explicación: el secador es para mi hijo un objeto preciado. ¿Por qué? No tengo ni idea. Intento entender a mi hijo en todo, pero el ser humano es complejo, aunque tenga tan pocos centímetros. Ni siquiera puedo recurrir, por ejemplo, a la existencia de algún familiar con peluquería que estuviera dando al niño esa vocación.
El secador es lo primero que pide nada más abrir los ojos y despertar. No lo pronuncia bien. Bueno, no al menos como nosotros lo hacemos. Tiene dos variantes, "er dó" o "ardró", que usa indistintamente. Y ya no se conforma con que le demos uno: exige tener cerca los tres que hay en casa. Es más: un día tuve la feliz idea de enseñarle fotografías de secadores sacadas de Google y, desde entonces, el ratito sobre la mesa viendo esas fotos comienza a formar parte de nuestras costumbres más asentadas.
Supongo que este objeto está siendo su primer modo de acercarse al mundo e intentar dominarlo. Debe ser demasiado grande este puñetero mundo para quien ni siquiera llega con la nariz al borde de la mesa. El secador forma parte del conjunto que maneja y abarca. A ese conjunto también pertenecen el auricular de un teléfono, dos trapos de limpiar el polvo, un CD de Epi y Blas (que mi niño pide como "piblá"), la crema que le damos en el culito y un bote pequeño de colonia Nenuco. Con todo eso va tirando, va creciendo siendo un niño feliz.
¿Son pocas cosas? Pues tampoco sé. ¿Cuántas cosas de las que hay en cada uno de nuestros conjuntos de personas mayores son necesarias e imprescindibles? Mejor no pensarlo mucho, que a lo mejor nos salen los colores.
Quienes tenemos hijos sabemos que todo aquello que les rodea es tan sencillo como extraordinario y apasionante. Tan apasionante como promete ser, desde luego, ver cómo aumenta el conjunto de objetos que necesita el niño para continuar creciendo. Os lo digo con franqueza: no tengo nada mejor que hacer que sentarme a su lado y esperar resultados. Si tengo suerte y estoy atento, terminaré por hacer mío su mundo, entrando en él para comprobar, desde allí, cómo saben los besos que le daremos a mamá y que le gusta ver cómo lo quiere su padre.


9 comentarios:

LA CASA ENCENDIDA dijo...

... y es que nuestros hijos nos sorprenden con tantas cosas, pero lo importante es disfrutarlos, ¿no? Para ellos todo debe ser un descubrimiento importante, sea lo que sea.

Sí me gusta mucho Gloria Fuertes, incluso le hice un pequeño homenaje con muchísimo respeto. Puedes leerlo en etiquetas "Homenaje a Gloria Fuertes".
Y bueno, muchas gracias por tu visita.
Saludos

Zapateiro dijo...

Jejejejejeje. Me ha gustado mucho esta entrada. Curioso objeto que ha escogido tu hijo.

Ver crecer a una persona es apasionante y ya si te toca de cerca ni te cuento. Yo, por fortuna, estoy viendo crecer a mi sobrina Candela y no deja de asombrarme cada día con algo. Es alucinante.

Tú te preguntas por qué un secador, pero y por qué los dinosaurios cuando ya ni existen, ni hay series ahora de dibujos que los recreen, ni tenemos en mi familia afición por estos animales. Pues mi sobrino mayor, Manuel, con 4 años ya es todo un experto. Empezó con 2 años y ya te puede dar una clase él solito.

Un saludo.

Maria Muffin dijo...

De momento no tengo hijos ni sobrinos, una lástima, pero si que los niñños me parecen alucinantes, a veces pienso que ellos son capaces de apreciar algunas cosas mejor que los propios adultos, sin hablar de que su lógica también puede resultar mucho más lógica que la nuestra.
Hay dos cosas en el mundo, que siempre me hacen recordar, lo que acabo de decir, la primera de ellas es el libro "el principito", y la segunda la siguiente anécdota:

Una vez, mientras impartíamos, unas amigas y yo un curso de teatro a niños que rondaban los cinco o seis añitos, uno de los niños se acercó a nosotras y empezó a pedirnos un globo, ¡quiero un globo!, ¡quiero un globo!, ¡quiero un globo!, le dijimos , que sí, que íbamos a abrir el paquete y que se lo dábamos, pero que las cosas había que pedirlas bien, y usando las palabras mágicas, (nos referíamos a por favor), y cuando le pregunto a la criatura cuales son las palabras mágicas, me dice:
¡¡¡Abra cadabra!!!

Son fantásticos.

P.D. El secador de la foto es chulísimo, si el tuyo es así, ahora entiendo a tu hijo, yo también querría uno, jajaj

Un beso y perdón por escribir tanto.

Reyes dijo...

Todo lo que escribes sobre tu hijo es alucinante.
Yo de niña daba mi reino por toda caja de cajón que cayera en mis manos, me pasaba horas haciéndo de ellas casas para meterme dentro, y mírame, ahora, mas o menos, me dedico a algo parecido.
Las arreglo por dentro.

Déjale el secador todo lo que quiera, ya tiene personalidad propia.

La gata Roma dijo...

Si el niño se va a dedicar a la peluquería, dale mi número, que dejo que practique…
Fuera de coñas, el año pasado tenía una asignatura apasionante, con un profesor mas apasionante aún. Estudiando el lenguaje y su evolución, nos metimos mucho en el mundo de los niños. Llegamos a varias conclusiones que iban evolucionando. Para el niño el mundo es lo que lo rodea, mas tarde lo que logra alcanzar y sentir; más tarde, lo que logra manejar… Puede que tu hijo con los secadores esté experimentando esto.
Sigue contándonos lo que averigues, esto tiene un sentido, de esto estoy segura.
Kisses

Juanma dijo...

La casa encendida: qué gran canción de Serrat la de "Esos locos bajitos", ¿verdad?
Zapateiro: si mi niño y Manuel se conocieran, terminarían secándole el pelo a un dinosaurio.
Maria Muffin: la lógica de los niños, por no estar contaminada, es lógica en estado puro.
Dama: todo lo que escribo sobre mi hijo es alucinante porque mi hijo, como todos los hijos del mundo, es alucinante.
Gata: por supuesto que seguiré contando...y ya hablamos lo de las prácticas de peluquería.

Gracias y besos gordos a todos.

sevillana dijo...

Yo no tengo hijos y mis sobrinos todos son ya demasiados grandes, pero hay dos que de pequeñitos se subian a una "camarera" que teníamos, la niña dentro y el niño empujándola.
Era tal la cosa que un día antes de que llegarán la metimos en una habitación y cerramos la puerta, pues al final los dos dieron con ella, parecia que era como un obseción para los dos.
Saludos

Miguel dijo...

El camino hasta conocer un mundo que terminará por defraudarle. Los peques intentan conocer, y lo hacen por los sentidos, experimentando, no tiene importancia que sea un secador, le llama la atención todo, y de todo aprenden. Es una manera de intentar conocer lo que les rodea, el mundo cotidiano. Pero lo más increible es vivir con un hijo ese camino, debe ser una experiencia inolvidable. Me alegro, porque se te ve disfrutar.

Juan Duque Oliva dijo...

Pues también puede ser que quiera ser peluquero y cantante, porque es secador es un poco como un micrófono.

Bueno, fuera broma, me ha encantado la entrada.