sábado, 4 de octubre de 2008

Lugares comunes




Las canciones no se olvidan. Cierto. Las canciones no se olvidan y todas nos llevan a otro lugar, a otro tiempo en el cual fuimos lo que ya no somos, lo que talvez no volveremos a ser.
El bolero me llegaba de lejos. Algún vecino, irritado con el dial, había decidido que la música de aquella emisora era la adecuada para lograr un poco de paz. “Qué importa saber quién soy, ni de dónde vengo ni hacia dónde voy…”, cantaban Los Panchos la noche en la que Julia se marchó. Hoy, ahora, vuelvo a oír esa canción que no sé si entonces fue casual o si Julia, para armarse, eligió premeditadamente justo antes de decirme adiós.
Huelga decir que no lo sospechaba, fue un golpe bajo en toda regla. Jamás le di importancia de psicólogo a la desgana que mostraba ante mi conversación. Su falta de deseo siempre me pareció una actitud lógica después de tantos años juntos. Que decidiera buscar trabajo no lo consideré mal, al fin y al cabo sería una ayuda para fin de mes. Que le diera por leer me pareció extraño, pero supuse que necesitaba entretenerse cuando pasaba tantas horas sola y la lectura no le haría mal. Que cada día hubiera más comida precocinada en el frigorífico me irritaba un poco, pero soy un hombre razonable y enseguida pensé que se trataría de una mala racha. Seguro que todo pasaba pronto y recuperaríamos la normalidad.
Reconoceré que las primeras noches en las que no vino a cenar por motivos laborales me descolocaron. ¡Joder con el trabajo! ¿acaso no teníamos bastante con mi sueldo? ¿aún necesitaba más? Luego llegó el momento en el cual me dijo adiós. Había conocido a otro hombre, un compañero, las cosas que pasan, el trato cotidiano, que lo sentía mucho y todas esas sandeces. Tenía preparada una pequeña maleta y, tras decirme que volvería a recoger todo lo demás, se fue sin más.
Me asomé a la calle y vi que subía en un coche que la esperaba. Ya volverá, pensé, no va a encontrar a otro hombre que la quiera tanto como yo. Al igual que hice aquella noche, hace ya ocho años, voy a cerrar la ventana.
Tengo frío y, además, no puedo seguir oyendo esa maldita canción.

7 comentarios:

La gata Roma dijo...

Como buena neurótica, tengo un buen puñado de canciones que me encantan, que adoro, y que me autocensuro escuchar, porque seguramente, me desarmarían por completo en cualquier momento. Una pena, pero soy débil y a veces la música es demasiado poderosa.
Kisses

Unknown dijo...

Supongo que todos tenemos víctimas colaterales de relaciones pasadas... En mi caso no pertenece al género musical, sino al cinematográfico.

Y es preocupante, porque no es que yo sea precisamente un cinéfilo de pro, pero hay una película (para colmo un bodrio como la copa de un pino, de estas que Angel Martín comenta en Se lo que hicisteis...) que se llama "Mujeres Bajo la Luna", que provoca el cambio ipso facto de canal cuando veo que aparece.

De eso hace muchos años, y afortunadamente indulté con el tiempo al Cine Alameda y a John Bon Jovi, pero la película en su totalidad ya era mucha tela.

Saludos.

Reyes dijo...

Me encanta tu historia.
Yo también tengo por ahí mi canción prohibida, algún día te hablaré de ella.
Más que me encanta tu historia, me gusta como escribes.

el aguaó dijo...

Tengo gran cantidad de canciones que me recuerdan momentos inolvidables, para lo bueno y para lo malo. Lo inolvidable no tiene por qué ser necesariamente bueno.

Esa clasificación de buena cantidad de canciones de sensaciones, te retrotraen inmediatamente al lugar e instante que la escuchaste, como bien dices... y algunas veces te ríes recordando un buen momento, te sientes nostálgico mirándote una cicatriz de tu alma o te dueles, comprobando que aún no se ha cerrado esa herida que creías soldada por el paso del tiempo.

La historia que perfectamente cuentas, podría tener una canción propia... "Donde habita el olvido", de don Joaquín.

Un abrazo.

P.D. Estoy de acuerdo con mi amiga Dama... me gusta como escribes. Te agrego a mi blog.

Herodes Antipas dijo...

Esa es la grandeza y la miseria de la música. Yo tengo un par de canciones que me traen tan buenos como malos recuerdos, y que, aunque las puedo escuchar, me las autocensuro. No puedo más que felicitarte por la manera tan sencillamente fantástica que tienes de escribir.
Un fuerte abrazo.

El Rincón de Sevilla dijo...

Hola.Pues yo no tengo ninguna musica asi en especial, pero seguro que alhuna hay o ya me acordare mas adelante.

Saludos.

Antonia J Corrales dijo...

Buenísimo el texto, de veras. Un interlineado fantástico. Me ha encantado.
Antonia J Corrales