sábado, 3 de enero de 2009

La confesión



No lo sé. No sé qué puedo decirle, no recuerdo mucho más, no sé...
Bien, es cierto, la veía cada noche, la deseaba, la amaba, quería tocarla como seguro lo haría Loquasto cuando no estaba borracho...¿Pocas veces entonces, me dice?, sí, en fin, no sé, hace tiempo que no lo veo sobrio, ¿sabe?, no puedo alejar de mi cabeza el olor insecticida de su aliento a dos metros de distancia. Maldito hijo de puta, ha tenido suerte, pero, claro, qué se puede esperar de un boxeador al que partieron la nariz en una pelea callejera y no en el cuadrilátero...
¿Cómo?...Sí, alguna vez hablé con ella. Pero nada relevante, jamás tuvimos una conversación inolvidable, no creo que pensara en mí antes de entrar en la ducha, ya sabe, poco más de un par de palabras sorprendidas en el aire al encontrarse...¿Sobre qué?, nimiedades: la humedad que impide hacer al perfil de la ciudad una foto que no parezca movida, las deudas pendientes, los estragos del alcohol a su paso por la vida, bah, pretextos que yo buscaba para acercarme cuando la veía sola, bueno, entiéndame, casi siempre estaba sola, quiero decir cuando notaba que estaba demasiado sola...
¿Que me explique mejor?...Usted es de los que piensan que todo tiene una explicación, ¿verdad?, uno de esos tipos que duermen tranquilos cuando las piezas encajan...Ya, ya sé que no deben importarme sus costumbres, discúlpeme, sólo era un comentario absurdo, ¿me dijo usted?...Ah, sí, mis disculpas de nuevo, a veces, sí, yo notaba que Juliette estaba demasiado sola porque había noches en las que parecía apagada su mirada de diosa dentro de aquel antro asqueroso, o que la ropa ceñida a su cintura, a sus pechos, no le caía bien, o bebía más de la cuenta porque echaba de menos las caricias que Loquasto le daba como si aún llevara puestos los guantes de boxeo, detalles así, a lo mejor era yo quien los imaginaba, ¿le sirven de explicación?...Pues lo siento, amigo, no tengo otra...No, no hay que darle mayor importancia, le aseguro que no tiene usted por qué perder el tiempo rastreando por ese lado, ya le dije que no llegamos a cruzar palabras que resbalaran por su cuerpo desnudo en la ducha, no, ni tampoco que desanudaran su toalla...
¿Agua?, sí, por favor, un vaso de agua me vendría bien, esa maldita luz...No lo sé, supongo que noche a noche, viéndola sola, o viendo cómo llegaba Loquasto sin tenerse en pie, chocando con otros clientes y lanzándoles miradas de las que perdonan la vida, es un mal nacido que no merecía tenerla entre esos brazos de gorila desquiciado, el caso es que nada concreto, ni nada que me hicieran, hizo nacer en mí la idea de matarlos...¡Ya sé que Loquasto sigue vivo! ¡no me lo vuelva a repetir, por favor!, me fui corriendo de allí, pensando que los había matado a los dos, ¿cómo iba a pararme a comprobar que ese animal aún respiraba?, ¿cómo pensar que iba a sobrevivir?...
Gracias por el pañuelo, ¿quiere otra confesión?: es usted la segunda persona que me ve llorar...Mi madre...Puede meterse su ironía donde mejor le quepa, si todos los asesinos fueran como yo su trabajo sería muy aburrido, insoportable...Aquella noche había luna nueva, era perfecta para seguirlos sin que me vieran, Loquasto apoyaba sus zarpas sobre ella, parecía más borracho que nunca, incluso habían discutido en la barra porque quería pedir una copa más, me dejé llevar, no tenía un plan organizado, cualquier callejón me valdría, además, a esas horas, ya sabe, sólo salen a pasear los cómplices...Les disparé por la espalda porque no habría tenido valor para hacerlo mirando cara a cara a Juliette...Sí, yo también estaba borracho, muy borracho, será por eso que tengo un recuerdo borroso de todo, ¡joder!, ¡la he matado!, ¡la he matado!, déjeme en paz de una puta vez, qué más quiere de mí...
¿Añadir? Sí, tome nota de lo que tengo que añadir: no sé por qué he matado a una mujer de la que estaba enamorado, no sé si alguna vez llegaré a olvidar su nombre, no sé por qué podría describir el sabor de sus besos si nunca la besé, no sé por qué coño me mira usted con esa mezcla tan conseguida entre la pena y el asco, ¿lo tiene ensayado?, no sé por qué hay tipos indeseables a los que la vida les da la mano, no sé si alguien pagará a alguien para matarme en la cárcel, no sé...Perdón, hablo muy rápido...¿Ya?...No sé qué más añadir, ¿que estoy arrepentido?, ¿que no lo volvería a hacer?, y yo qué coño sé, ¿qué hay que esperar de un tipo como yo, que sólo puede dormir tras un par de masturbaciones seguidas y un pitillo?, si lo hice una vez, ¿por qué no lo iba a repetir?...¿Ha conocido a varios?...No sé si yo podría ser uno de ellos, ¿reinsertarme?...No lo sé, no sé qué coño sé, le vuelvo a pedir que me deje en paz de una puta vez, sólo quiero quedarme con el recuerdo de un cigarrillo encendido entre sus dedos, con sus gestos sobre la vida, con sus ojos cerrados sobre la acera al mismo tiempo que yo cerraba los míos y corría sin saber dónde ir...
¿Aquí tengo que firmar?...

30 comentarios:

Miguel dijo...

Deseo y perdición, nimiedades que se unen en maldita coincidencia. Bonito texto, intenso, con ritmo y en lenguaje tabernario que tanto nos gusta.

Nunca fue sencillo confesar, pero lo hago: Me gustó.

Juan Duque Oliva dijo...

Creo que es el texto tuyo más teatral que he leido, lo digo porque se puede interpretar perfectamente tal como está en un escenario, tiene una dramaturgia excelente.

La locura del amor nos puede llevar a cometer actos tan desesperados como este, esperemos que no.

Un beso Juanma

Juanma dijo...

Miguel: como siempre, gracias por tus palabras. Y sí, procuro conseguir un lenguaje tabernario...me pone un montón.

Mi luz de gas: todo tuyo, el texto, por si alguna vez tienes ocasión. Seguro que conseguirías la medida exacta de la voz que necesita. Y la locura del amor, ay, que nos pille confesados será lo mejor...Un beso.

Marisa Peña dijo...

Excelente Juanma. Recrea perfectamente esa confusión de la mente, esos pensamientos que se verbalizan a medias, a veces torpemente, a veces
atropelladamente. Ese gusto a arrabal y noche, a mala vida, a hampa, a amor de taberna y alcohol... Genial. Un enorme abrazo.

Juanma dijo...

Querida Marisa: aunque ya me retiré del mercado y ejerzo de padre modélico y ejemplar (no tengo nada mejor que hacer, por cierto), he sido feliz en las barras de los bares...y en soledad.
Un beso.

andal13 dijo...

¡Uy, qué fuerte!!!
Me gusta la manera en que el texto va avanzando, envolviéndome, casi hasta el sofoco...

Y sí, yo soy de las que le buscan la explicación a todo...

Julio dijo...

Grandeza humana la de un boxeador al que le rompen la nariz fuera del cuadrilátero. Yo creo que eso nos h pasado a todos en la vida y nos certifica como humanos...
El estilo del relato tiene retazos de automatismo psíquico:me agrada bastante.

Juanma dijo...

andal13: muchas gracias por tu visita, estoy seguro de que serán muchas de ida y vuelta a partir de hoy.

Julio: tanto tu "cosmogonía afectiva" como el "automatismo psíquico", me descolocan tanto como me gustan. Tus comentarios son siempre sencillamente originales y geniales. Un abrazo.

Reyes dijo...

Fantástico, una confesión que es una declaración de sentimientos.
Yo de fondo le pondría un sonido de saxo y que me lo contara alguien con la voz de Humphrey Bogart.

Escribes muy bien, enhorabuena.

Juanma dijo...

Eso sería perfecto, mi querida Dama.
Un beso y gracias.

Anónimo dijo...

Qué conseguido todo: el personaje, la atmósfera, el estilo, la extensión del relato. Buenísimo, en suma, amigo.

Juanma dijo...

Gracias Octavio: te lo cambio, el relato, por un haiku tuyo...con los ojos cerrados.

Un abrazo.

Juan Antonio González Romano dijo...

Bravo, Juanma. Ya está dicho todo en los comentarios anteriores, pero no quería dejar esta entrada sin sumar mi adhesión. Un abrazo.

Pamela Traviesa dijo...

Me hubiera gustado más que sólo lo matara a él. No hay crímenes que se puedan justificar por amor.

Juanma dijo...

Muchísimas gracias, mi querido profe.

Pamela Traviesa: gracias por tu visita. Completamente de acuerdo contigo. A mí me hubiera gustado que no se hubiera producido crimen alguno. He querido visitar tu blog, pero no me aparece al pinchar tu "nombre". Un saludo.

Pamela Traviesa dijo...

Cuando ponga en marcha mi blog te avisaré, querido. Todo se andará...

Susana Peiró dijo...

Ahhhh!! Qué placer "La Confesión"!

Coincido con Juan, es un texto teatral, que te toma del cuello y no te suelta hasta el final. Excelente recreación de un personaje perdido entre pasiones y ensoñaciones.

Me recordó, por breves instantes al Raskolnilov de Dostoievski!

Un besote Juanma! Y mi Agradecimiento por tu publicación!

Juanma dijo...

Pamela Traviesa: sí, por favor, avísame, no lo eches en el olvido...Un beso.

Susana:qué alegría encontrarte por mi blog, que es el tuyo. Un besote gordo y gracias por tus palabras.

Antonia J Corrales dijo...

Al más puro estilo negro.
Antonia J Corrales

carmen jiménez dijo...

Me encantaría tener tiempo para leer a tus comentaristas. El relato bien lo merece. Pero antes, quisiera dejarme llevar por mis propias sensaciones. Es un relato duro. Quizá más duro por la imparable información que nos llegan de tantas mujeres muertas. Siempre me quedo en una nube llena de todos esos "no sé por qués..." Buscando una respuesta, buscando una explicación que en ningún caso devolverá la vida a esas mujeres. A Juliette tampoco. El ritmo que imprimes al diálogo en forma de monólogo es genial, trepidante. Una se queda sin respiración y casi en estado de compasión, más por el asesino que por la muerta. Pero el amor no puede nunca llegar tan lejos, ni ser tan egoísta, ni ser juez, ni ser ebrio, ni ser celoso, ni obsesivo, ni asesino. El amor debe estar por encima o no es amor del bueno, sino amor por uno mismo, y éso no vale. Me gusta tu forma de contar sin explicar. Tu forma de exponer los hechos y dejar que el lector llene su cabeza y su corazón por sí mismo. Me gusta el lenguaje acorde que utilizas, la escena visual, los olores, los sabores, los sentidos que aplicas. Me gusta el fondo y la forma. Excelente relato Juanma. Felicidades.
Un abrazo

Juanma dijo...

Mi querida Antonia: qué te voy a decir que tú no sepas antes que yo. Un beso.

Media Luna: yo hago lo mismo, primero escribo mi comentario y luego leo los demás. El personaje principal de esta historia es el único despreciable: ni lo es Juliette (enamorada) ni lo es Loquasto (perdido, borracho, pero también enamorado). Cada vez estoy más convencido de que lo más acertado del relato es que no tiene nombre su protagonista, no lo merece. Un beso y muchas gracias por tus palabras.

El Pasmo de Triana dijo...

"Donde estuvo el amor, la muerte cabe" R.M

Fantástico relato de amor desquiciado.
Si es copiado, buena elección. Si es tuyo, eres un grande.
Felicidades

Juanma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juanma dijo...

Pasmo de Triana: muchas gracias por tus palabras. El relato, efectivamente, es mío. Tus dudas me hacen sentir orgullo, pero te aseguro que escribir así no me hace "un grande". Un abrazo.

Maria Muffin dijo...

Una impresionante manera de transmitir con palabras lo que a más de uno le ha podido suceder en la vida, como te he dicho muchas veces... impresionante.

un besito.

PD. tu niño es un tesoro, gracioso, inteligente, guapísimo...

Juanma dijo...

Muchas gracias María. Me gusta llevar al niño de vez en cuando, creo que tengo motivos suficientes para presumir. Ya ves que a Lola y a mí nos hace felices.

Antonio dijo...

Conversaciones de barra... apunta la idea de Luz de Gas....

Antonio

P.D.

He mandado un par de mensajes anteriormente y no salen, supongo que es mi relación complicada y peligrosa con blogger....

Juanma dijo...

Muchas gracias, Antonio...me encantaría que mi luz de gas hiciera algo con este texto...

Un abrazo.

Té ツ dijo...

No te equivocabas. Me encanta tu relato. Intenso, envolvente de principio a fin y también muy cinematográfico. Una historia perfecta de sangre, amor y muerte. Siento haber llegado tan tarde. Te sigo leyendo.

De nuevo, besos.

Juanma dijo...

Sabía que te iba a gustar, mi querida Té